“Ella todavía no tiene familia”
Cuando un grupo de vecinos amantes de los animales en el municipio mexicano de Cuautitlán descubrieron un cachorro en su parque local el otro día, supieron instantáneamente que algo andaba mal.
El perro de pelo duro era sólo uno de los muchos callejeros en el barrio de Joyas de Cuautitlán, cada uno con sus propias necesidades. Pero el grupo de vecinos, que se dedican a cuidar a los perros callejeros locales, rápidamente se dieron cuenta de que esta pequeña necesitaba más cariño.
Acurrucada en un trozo de hierba, la pobre niña vestía un suéter morado borroso y tenía una tos preocupante.
Debido a la limitación de recursos y espacio, los vecinos normalmente solo pueden castrar a los perros callejeros que encuentran y luego los devuelven a la comunidad. Pero esta vez, Beatriz Ordaz decidió llevarse al perro a casa y que le revisaran la tos.
La cachorra, a quien llamó Catalina la Grande, se sintió inmediatamente aliviada de estar bajo el amoroso cuidado de Ordaz. Pronto empezó a mejorar gracias a un estricto programa de tratamiento.
“Mi hijo y yo le damos tratamientos de nebulización”, dijo Ordaz a The Dodo. “Está mejor, pero todavía no tiene familia”.
Si bien aún se desconoce la historia del origen de Catalina, Ordaz sospecha que la dulce niña no nació como un perro callejero. Hay indicios de que alguna vez tuvo una familia.
“Definitivamente ella vivió en una casa antes, ya que le encanta subirse a su sofá”, dijo Ordaz. “Es una perra a la que le encanta socializar con la gente”.
Catalina es un cariño, como los demás perros que deambulan por Cuautitlán. Lamentablemente, su historia de abandono no es infrecuente. Según Ordaz, su país de origen y su vecindario están plagados de casos de negligencia.
Pero Ordaz está decidida a darle a cada perro callejero que encuentre la vida que se merece, empezando por su amada Catalina.
“Espero en mi corazón que alguien le dé una oportunidad a esta niña”, dijo Ordaz. “A partir de ahora, estoy esperando que se recupere al 100 por ciento de su enfermedad respiratoria”.
Debido a la enfermedad de Catalina, tiene que usar su suéter constantemente. Le ayuda a mantenerse abrigada todo el día y le brinda consuelo. Además de colmarla de amor y elogios, Ordaz limpia el suéter de Catalina con frecuencia y siempre se lo vuelve a poner con sumo cuidado.
Hasta el momento, nadie ha dado un paso al frente para darle a Catalina un hogar permanente, pero Ordaz tiene la esperanza de que pronto llegue el final feliz para el perro.
Hasta entonces, seguirá abrazando a la resistente niña y reflexionando sobre lo que la historia de Catalina, en particular, le ha enseñado.
“Los perros nos dan muchas oportunidades”, dijo Ordaz. “Confiaron en nosotros, incluso cuando hemos fracasado. Tenemos mucho que aprender de ellos”.
Para consultar sobre la adopción de Catalina, puedes comunicarte con Beatriz Ordaz por WhatsApp al +52 55 1773 9770 o enviar un correo electrónico a La Casa Del Mestizo al [email protected].