La Peste Negra barrió el pueblo de Venzone en el siglo XIV. Mucha gente murió pero no había suficientes cementerios para enterrar todos los cuerpos.
Ante la situación de no poder enterrar los 42 cuerpos fallecidos en el cementerio, los aldeanos tomaron la decisión de colocarlos en un ataúd y almacenarlos en el sótano de la capilla de San Miguel.
Al abrir el ataúd, se descubrió que los cuerpos de los fallecidos estaban momificados. Esta sorprendente revelación llevó a la creencia popular de que era la voluntad divina enviar a sus antepasados de regreso como guardianes vivientes para proteger la aldea. La gente interpretó este evento como un signo de la providencia de Dios y lo consideró un acto de protección divina.
Las momias recibieron un trato especial en el pueblo, siendo consideradas como ancianos venerables. Esta tradición perduró hasta la década de 1950. Durante ese tiempo, el fotógrafo estadounidense Jack Birns capturó imágenes de la vida cotidiana de los aldeanos junto a las momias y las publicó en la revista Time Life. Estas fotografías revelaron al mundo la peculiar relación entre los habitantes del pueblo y sus antepasados momificados, generando un interés significativo en la comunidad internacional.
Las fotografías de las momias de Venzone se convirtieron en un fenómeno global. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el proceso de momificación requiere la extracción de todos los órganos del cuerpo y un tratamiento de embalsamamiento para prevenir la descomposición.
Después del terremoto de 1976, sólo se han evitado 15 momias. Ahora se guardan en la Cripta de la Capilla del Cementerio.